martes, 27 de febrero de 2018

23F

Aunque ya llevan varios años en emisión (el episodio del 23F fue el 223 según su cómputo) yo he descubierto el programa Equipo de Investigación hace muy poco.
Y debo decir que me he hecho muy fan.

Mis momentos favoritos son siempre los de marca de la casa del programa:
· Bajarse del coche, cámara en mano y asaltar a un tipo por la calle. Lo que da el frenesí televisivo de lo que creemos que es el “periodismo de investigación” (aunque en realidad sean horas y horas repasando papeles viejunos en hemerotecas).
· Y el arte para entrevistar telefonillos de bloques de pisos o a puertas a medio cerrar. Lo que siempre confiere un plus de secretismo a las declaraciones de las personas.


El episodio del 23F se titula “La caja 156” y cuenta la versión que el asalto al Banco Central de Barcelona (23-05-1981) fue un falso atraco y el objetivo era sacar del banco unos documentos relativos al 23F. Esa teoría la defiende, desde hace años, José Juan Martínez Gómez, alias "El Rubio", el atracador nº 1 del banco. 
En el programa de Equipo de Investigación, “el Rubio” se presenta a sí mismo diciendo:
“-Me llamo tal  y no he trabajado en mi vida. Siempre me he dedicado al robo y al atraco.”

Y yo me quedé en plan Ò_Ó: -Ah, pues mira que  bien.


Aunque Equipo de investigación sea un programa de investigación periodística no pueden negar que su resultado, el programa que se emite por televisión, tiene un estilo de thriller periodístico propio de una ficción de investigación. Por ejemplo, sea de lo que sea el caso a investigar, los minutos finales siempre contienen un giro inesperado o una aparición sorpresa. 
Porque hay que terminar por todo lo alto.
En el episodio del 23F, “el Rubio”, hablando de sus colegas del atraco nombra a uno que -ojo- “murió quemado vivo en Terrassa cuando le tiraron un cóctel molotov en su casa”. Resulta que los de Equipo de Investigación dan con el tipo, vivo y yendo a trabajar una madrugada. Cuando le ponen el fragmento a “el Rubio” va y dice: Pues debería estar muerto porque eso es lo que me dijeron a mí.
😆😆😆

El episodio también contenía un abordaje en plena calle a Tejero saliendo de la misa por la hija de Franco. Tejero no dice nada relevante. Pero es interesante por unos tipos, fans de tiempos pasados, que le paran, le besan la mano 😱, le plantan unos besos a la señora que le acompaña y sueltan un “Viva España” a lo que la señora que acompaña a Tejero responde con un simpático “Qué viva siempre” 😆
Maravilloso.


Tras el programa seguía con hype, así que volví a ver el especial de Salvados del 2014, el famoso “Operación Palace” donde ficcionan un documental sobre una macro conspiración para crear un falso golpe de estado para afianzar la democracia. Lo mejor es que la “puesta en escena”  del golpe fue dirigida por el gran cinéfilo y cineasta José Luis Garci (que luego como premio por su trabajo, fue galardonado con el Oscar de Hollywood por “Volver a empezar).

A mí me gustan las historias y este pack sobre el 23F es algo maravilloso. Los dos programas se pueden ver online en la web y os lo recomiendo muy mucho.

"El Rubio" hablando de la caja 156 y los secretos que contenía

"Operación Palace" de Salvados


domingo, 25 de febrero de 2018

La tieta de la autora

El pasado martes, a las 10 de la mañana, había una charla en la biblioteca con una autora local. Una compa que entraba a trabajar reconoció a la autora deambulando por delante del edificio y la invitó a pasar. Entró con un tipo que ella nos presentó como su marido.
La autora local no vive en el pueblo desde hace mucho, pero como nació aquí está etiquetada como “autora local” de por vida. 

Abro un comentario sobre la etiqueta de Autor Local.
Autor local es todo aquel que haya nacido en la población o viva en ella o tenga una especial vinculación. Lo de “especial vinculación” es el comodín mediante el cual una biblioteca se apropia de autores ajenos. 
Aquí, por ejemplo, tenemos como autor local un señor que no nació aquí, ni vivió aquí, pero que una vez se detuvo a comer en el restaurante más famoso de la localidad y escribió una elogiosa crítica del restaurante y, cómo debía tener varias líneas que llenar aún, escribió largo y tendido sobre la población en general; todo ello en unos términos tan elogiosos que hicieron evidente que el vino le había sido servido con generosidad. Su columna semanal en el periódico fue muy comentada (aquí) e incluso es sabido que el alcalde le mandó una misiva invitándole a las fiestas. Aunque nunca vino (¿no vino porque no había vino? ._. ehem). El caso es que desde la publicación de esa crítica positiva sobre el restaurante y el pueblo ese señor es considerado autor local.
Así que, queridos opositores a biblioteca, recuerden que hay dos clases de autores locales. ¿Los vivos y los muertos? No. Los verdaderos y los apropiados. El señor de la crítica del restaurante es un claro ejemplo de apropiado. Los verdaderos, como la autora que nos visitó el pasado martes, son los que verdaderamente son “de aquí”. 
A veces pero, un autor intenta huir de su pasado y reniega del pueblo. Esto también lo conocemos bien. La autora más conocida y popular nacida aquí usa un seudónimo y JAMÁS ha visitado la biblioteca o una librería de su pueblo para presentar un libro, firmarlos por Sant Jordi, o dar alguna conferencia. En su web su lugar y fecha de nacimiento han sido alterados y solamente su página en Wikipedia dice la verdad. Quizás un bibliotecario-referencista malvado, se empeña en recordar, al mundo y a ella, que quiera o no, nació aquí. 
Quiero dejar claro que no fui yo ese wikireferencista malvado ._.
Y cierro el comentario sobre Autor local.

Total, que si tenemos a una autora local que un martes a las 10 de la mañana está dispuesta a venir, hay que aprovecharlo. (Apunto, por aquello de la fiscalización de las cuentas, que gratis, lo que es gratis, no vino. Pero como ese evento cultural no lo pagó la biblioteca no sufro dolor en la zona del bolsillo).

La autora local que nos ocupa es una muchacha muy old school. Tiene forjada una imagen pública que mantiene a base de presentarse a todos los eventos a los que es convocada con el mismo aspecto que tiene en la contracubierta de sus libros. Así es más reconocible para sus lectores. Considero admirable que en estos tiempos modernos haya gente dispuesta a mantener el gimmick con tanto fervor.

A falta de veinte minutos para abrir la biblioteca, alguien empujó la puerta de entrada y se coló dentro. Una señora mayor muy emperifollada se disponía a cruzar el vestíbulo cuando una compa, que estaba colocando la prensa del día, intentó atajarla con:
-Disculpe, aún no hemos abierto.
-Soy la tieta de la autora -espetó sin detenerse y dirigiéndose como un zeppelín hacia el centro de la sala.
“La tieta”, con su abrigo de animales muertos o de imitación de animales muertos, su collar de perlas y sus labios pintados con brocha -desde el bigote al mentón todo era rojo cereza-, se detuvo ante el marido de la autora y preguntó:
-¿Dónde está?
Así. Tal cual. Por el tono áspero y seco era evidente que aquella había sido una mala boda a ojos de “la tieta” y que ese marido que un martes a las 10 de la mañana no tenía otra cosa que hacer, no le era simpático.
-En el baño -dijo él con los manos en los bolsillos.
Si ella hubiera sido una agente de policía y el tipo un trapicheante, sólo por el tono de las frases, sabríamos que estaban hablando de droga.

Mientras esperábamos oír el ruido de la cisterna del baño para romper la tensión familiar, un servidor estaba haciendo la devolución de documentos sin usuario, o lo que es lo mismo, pasando por el programa de gestión de biblioteca, el popular #Serrucho, los documentos sacados del buzón de devoluciones. Una compa preparaba los puntos con las fechas y otra iba encendiendo los ordenadores de “Intenet i +”. (Si son seguidores de este blog y se preguntan dónde estaba #laJefa les diré -with a tear in my eye- que se había cogido fiesta ese día).
Ya con la autora local charlando con “la tieta”, capté parte de la conversación porque “la tieta” es de las que gritan al hablar. La autora local, por contra, es fan de las bibliotecas, así que sabe bajar el tono de voz y no oí qué contestaba. La charla fue así: 
-¿Y qué libros has venido a presentar hoy?
-...
-Ah, una conferencia. ¿Y cuándo sale el libro?
-...
-Sí, claro, por Sant Jordi. 

Y ahora viene la mejor frase de la charla. Ojo, que “la tieta” le dijo:
-No te he leído ni uno, pero los tengo en mi biblioteca.

¡ZASCA! en todo el árbol genealógico.


Y ahora vamos a hablar de la biblioteca de “la tieta”.
Obviamente “la tieta” no se refería a la biblioteca donde estaba, sino a una que tendrá en su casa y de la que, sea grande o pequeña, sí puedo decir que no permite que el servicio coja un libro. Lo digo porque la criada de “la tieta” viene de vez en cuando a la biblioteca (en la que trabajo) a buscarse lecturas.
Porque “la tieta”, amigo lector, tiene servicio. Y su servicio, en el año 2018, viste de uniforme azulón con delantal blanco y cofia. 

No viene mucha gente con cofia y un delantal debajo un chillón abrigo rosa a la biblioteca. Así que deduje que aquella muchacha sudamericana trabajaba en el “servicio doméstico”. Y gracias a una compa que es 100% “autora” local, y a la que le basta el apellido para dar a conocer la historia chismosa de una familia, me enteré que aquella chica de cofia y delantal trabajaba en casa de “la tieta” de la autora local.
Puro “Sherlockianismo Holmesiano”, amigos.


Pero volvamos a esa fría mañana… porque ocurrió otro hecho que merece ser conocido. De pronto, “la tieta” se acercó al mostrador y le espetó a la compa:
- Bueno, ¿abrís o no abrís? Lo digo porque hay gente esperando fuera.
Y mi compa respondió:
-Abriremos a la hora, como cada día.
¡ZASCA! en todo el horario de abertura, “tieta”



La charla en sí fue bastante anodina. La autora local puso el piloto automático de charlas-conferencias y apenas se salió de un discurso que era evidente que suelta allá donde la llaman. Fue muy aplaudida por aquellas personas que creen que para escribir basta seguir unas instrucciones de montaje; gente que pregunta cosas como: ¿Y a qué hora te pones a escribir? ¿Y cuántas páginas haces cada vez?
._. En fin…
La escritura, como otro arte creativo, se hace por necesidad vital. Y esto lo sabe y lo sufre la autora local y cualquiera que siente que necesita escribir.

“La tieta” no dijo ni mu durante la charla, pero se colocó bien cerca para la foto de grupo final. Luego en casa, el nieto con el photoshop quizás borre a los pueblerinos que la rodeaban o incluso puede que borre la biblioteca y ponga de fondo “su” biblioteca mediante un croma que sujetará estoicamente la “chica del servicio”.


Muchas gracias y un saludo a los autores locales, en especial a las de Cambrils. 😘


miércoles, 21 de febrero de 2018

La biblioteca de piedra

Existió otra humanidad es un libro de 1976 escrito por J.J. Benítez sobre las piedras de Ica.


Leyendo el libro tengo la impresión que al narrador le engatusó un cantamañanas.


J.J. Benítez se planta en Perú y en la región de Ica conoce a un tipo, médico de profesión, que dispone en su casa de un montonazo de pedruscos con dibujos -según él- antiquísimos.
Estos dibujos habrían sido hechos por una antigua civilización, ¡tan antigua que convivió con los dinosaurios!
Pero lejos de ser unos rústicos, eran gente muy avanzada tecnológicamente (tenían electricidad generada por la fuerza electromagnética de la Tierra captada por las pirámides o naves espaciales que volaban ajenas a la gravedad), tenían modernos conocimientos médicos (trasplantaban corazones y cerebros) y hacían mapas del mundo de la época (que incluía continentes como la Atlántida o Mu) o incluso dibujaron la Antártida ANTES de su glaciación.
Si no alucinas mandarinas con lo contenido en éste párrafo es que debes tener horchata en las venas.


El libro se crea a partir de una serie de entrevistas que Benítez le hace al doctor Dr. Javier Cabrera Darquea (1924-2001), el tipo que dio a conocer las piedras de Ica.
J.J. Benítez con su chaleco aventurero entrevistando a Javier Cabrera

Ica está en Perú, relativamente cerca de Nazca. Y la hipótesis es que ambos misterios están unidos. Afirman que la civilización que creó Nazca y sus líneas geométricas / pistas de aterrizaje fueron los responsables de las piedras de Ica. De Nazca hay algo innegable y es que las figuras y dibujos de centenares de metros en el suelo del desierto, sólo se ven enteros desde arriba.


De todos los investigadores de lo paranormal que he tenido la oportunidad de leer, J.J. Benítez es el que más tiende a “novelar” sus historias (de ahí su éxito comercial, supogo).
...mi espíritu pudo sentir la proximidad del misterio. Y la imaginación terminó por desbordarse, incapaz de resignarse a una realidad como la nuestra, tan convencional como limitada. Dice.


En sus reportajes para televisión, Benítez solía olvidar mencionar que sus recreaciones audiovisuales eran esto, recreaciones; dramatizaciones con actores y con efectos especiales para provocar la sensación de realidad.
Esto no es una queja, al contrario. Yo siempre he sido partidario de: “entre publicar la verdad o la leyenda, publique usted siempre la leyenda” (cita de El hombre que mató a Liberty Valance, de John Ford).
Y pocas personas deben tener tanto material para confeccionar leyendas como J.J. Benítez, que se ha pasado la vida buscando ovnis, investigando conspiraciones y misterios sin resolver.


Hace unos años la hipótesis de las antiguas civilizaciones se puso muy de moda gracias al programa “Alienígenas Ancestrales” (Ancient Aliens) que adquirió notoriedad porque en lugar de emitirse tras Cuarto Milenio, salía en el canal de Historia (que uno suponía tan serio y riguroso como el National Geographic).
Pero en 1975 ya existía esta idea de extraterrestres que venían a la Tierra y eran tomados por Dioses, que los ovnis siempre nos han visitado o que, las pretéritas civilizaciones tuvieron conocimientos tan avanzados que nuestra civilización actual aún no ha descubierto. No sólo Benítez investigó las piedras de Ica, también lo hizo Erich von Däniken (otro experto del asunto de las antiguas civilizaciones y estrella habitual de Ancient Aliens).
Al poco de morir Franco, empezó un programa en TVE dirigido y presentado por el Doctor Jiménez del Oso ("Más Allá”, disponible en el web del archivo de RTVE) que ya suelta perlas paranormales que aún hoy son mencionadas en “Cuarto Milenio” o “Ancient Aliens”. Es decir, nada nuevo hay bajo el Sol.
Yo amo “Más allá” por su clasicismo rústico que roza el ridículo. Como no existe el Powerpoint, tenemos al Sr. Jiménez con un bastoncito apuntando aquí y allí en una foto borrosa que podría ser cualquier cosa. O delirantes sesiones de hipnosis en que el paciente habla de cómo será el mundo en el futuro (el futuro de 1975, era 1984. Y se parece mucho al de la novela de Orwell).


Según Wikipedia, en 1998 se demostró que las piedras de Ica eran un fraude. Pero en 1976, cuando J.J. Benítez alucina pepinillos con las teorías de las tres lunas que orbitaron en la Tierra (y una cayó a nuestro planeta y provocó un cataclismo en el que perecieron los dinosaurios o se desmembró la Atlántida) o sobre esas piedras que incluyen mapas del Cosmos en que se señalan en qué planetas hay vida (no queda claro, si hay vida inteligente aquí, en la Tierra); en 1976 ya suena un poco raro que todo esto lo haya descubierto un médico en sus ratos libres.
Pero Benítez se lo cree y su pasión es la pasión de alguien que ama -como yo-, las buenas historias aunque incluyan “pruebas fehacientes” de humanos domesticando dinosaurios voladores.
¡Holy shit!


El guiño más simpático de las piedra de Ica es que Benítez y el médico investigador-en-sus-ratos-libres, las llaman “libros”. Y así, todas juntas (las 11.000 piedras que dicen que hay) forman una BIBLIOTECA prehistórica o BIBLIOTECA de piedra.

😎 BIBLIOTECA









domingo, 18 de febrero de 2018

Los archivos del Pentágono




Los archivos del Pentágono (The Post; 2017) de Steven Spielberg

Lo mejor de la película es la niña que vende limonada en la calle a 25 céntimos el vaso, pero cuando ve que los periodistas se afanan a trabajar en casa de su padre, pone el negocio dentro y sube el precio a 50 céntimos.


Ahá ._.


Dinero es dinero 




jueves, 15 de febrero de 2018

La aventura del saber

Soy muy fan del programa "La aventura del saber" (¿y quién con inquietudes culturales no lo es?) pero me encanta cuando trollean al espectador.

El lunes 5 de febrero trajeron a las doctoras en historia Laura y María Lara (que son gemelas) y luego pusieron a la directora de comunicación del CSIC, Ainhoa Goñi, en una pantalla triple, como si fueran 2 personas distintas y las entrevistaran a la vez. 😁😁

La aventura del saber se emite en la 2, obvio.


Maestros de la costura


He tardado 3 días en ver el primer episodio... (y eso que estoy acostumbrado a ver shows de puroresu de NJPW de esos que duran 6 horas).

Maestros de la costura es como MasterChef (son productos televisivos de la misma productora). Pero como yo JAMÁS he visto MasterChef diré que se parece a TopChef, que sí lo seguí, y con mucho interés.
Masterchef era con gente anónima, meros aficionados a la cocina. Y TopChef era con cocineros profesionales. Yo prefiero ver a los buenos, a los profesionales, a los que tienen una trayectoria (y algo que perder). Para ver gente aficionada a algo ya está la vida real. 

Pero como no tengo ni idea de costura, le di un ojo a Maestros de la costura

La presentadora me irrita bastante, porque no tengo claro si es "buena" y ayuda a los llorosos concursantes o es "mala" y ejerce de figura de autoridad. 
El jurado es malo. Y ya se sabe que cuánto más malo, mejor. Hay un señor que ejerce de Chicote, lleva la voz cantante en el jurado y no quiere que nadie se le suba a las barbas. Luego está una mujer que nunca dice mucho y luego está el otro tipo que, con el debido respeto, parece un señor hortera que se dedique a la chatarra.  

El rey de la chatarra, la señora y el Chicote de la moda aturullando a una concursante


En Maestros de la costura hay cosas muy petardas. 
Y lo más petardo, son los concursantes.Hay que aplaudir sonoramente a los encargados del casting porque han tenido que peinar la península de norte a sur para encontrar a gente tan variada (y a veces bizarra).

Sorprende el elevado porcentaje de religiosidad entre los participantes.
Hay una profesora de religión, madre de 4 hijos y cuyo marido se llama Juan Pablo (¿Segundo?). Parece un cliché de señora recatada que se escandaliza por todo el desenfreno y la lujuria gay a su alrededor.
Hay un tipo que borda figuras religiosas.
Hay un par de gemelos valencianos que REZAN mientras cosen.
Y luego hay una ama de casa, hija de marino, esposa de marino y que espera que alguno de sus 6 hijos (¡6 hijos ¬_¬ y eso que el marido almirante estaba siempre fuera) se haga marino también. 

Luego hay un montón de treintañeros barbudos a los que no diferencio entre sí. 

La que sí destaca es una muchacha fan de las pelucas multicolor que cuando se quita sus zapatos con alzas no llega a la mesa y que trabaja en una gasolinera de un pueblo de 100 habitantes.

Y luego está la gente joven.
Hay una chica de 21 que aparenta 35. Uno de 23 que parece tener la edad mental de un chaval de 15 y, mi favorita y mi apuesta ganadora para el concurso, una muchacha de 23 llamada Alicia.
Alicia PARECE la única persona sensata, racional, no histriónica ni chillona y con la cabeza bien amueblada para hacer cosas. O quizás sólo me cae bien porque cuando está concentrada me recuerda a Ronda Rousey.



domingo, 11 de febrero de 2018

#laJefa va a colgar un cartel...


Una tarde llegó a la biblioteca un misterioso tubo de cartón por correo. #laJefa de inmediato convocó a todo el personal para preguntar qué era aquello y por qué lo habían enviado y quién lo mandaba. Tras varios minutos de hipótesis y suposiciones, optó por abrirlo. 
(Esto parece un chiste pero les aseguro que cada vez que llega un paquete a la biblioteca se convoca al personal y se hace un unboxing).
El tubo misterioso resultó ser publicidad de eBiblio. El lote publicitario estaba formado por 9 carteles y unos paquetitos de puntos de libro. 
Puntos de libro, por cierto, inútiles para usarlos en el préstamo porque no hay espacio para colocar la fecha de devolución. Sepan disculpar pero había que decirlo. 

En total había 3 diseños distintos en los carteles: nene leyendo eBiblio, chica leyendo eBiblio, anciano dormitando con un movil en la mano. 
Como había 3 carteles de cada diseño y en la biblioteca hay 3 pisos, en un alarde de cálculo mental deduje que se podían poner uno de cada tipo en cada piso. Y procedí a separarlos por: 3 niños leyendo eBiblio, 3 chicas sonrientes leyendo eBiblio y 3 ancianos traspuestos con un movil en la mano.
Una compa agarró uno de cada y se fue a colgarlos al piso en el que estaba trabajando antes de ser convocada para asistir al unboxing. Las otras compas salieron corriendo hacia sus quehaceres y quedamos #laJefa y yo y dos carteles de cada tipo. 
Entonces #laJefa agarró el cartel del niño leyendo eBiblio y se dirigió hacia el expositor de la entrada. Me quedé muy sorprendido que fuera a colgar un cartel ella misma. 
Cuando no conocía bien a #laJefa creía que si no colgaba un cartel era porque creía que era humillante para su imagen. Que la gente podría decir “la directora de la biblioteca colgando un cartel. ¿Dónde se ha visto cosa igual?”.
#laJefa estuvo un largo rato contemplando el expositor con el cartel del niño leyendo eBiblio en las manos. Luego, de repente, se dio la vuelta. Se acercó al mostrador de préstamo. Dejó el cartel ahí en medio y sin recoger los carteles para “su” piso, se fue hacia el ascensor y no la volvimos a ver hasta la hora de cerrar.

Al día siguiente los carteles de “su” piso seguían corriendo por el mostrador. Los ibamos apartando en función de necesitar este o aquel espacio. Hasta que me harté y los volví a enrollar y a meter en el tubo de cartón (que llevaba 24 horas rodando y cayendo por todas partes) y los subí al piso de #laJefa.

Una semana después del unboxing, en la planta baja de la biblioteca hay el cartel del niño leyendo eBiblio, el de la chica leyendo eBiblio y el del señor durmiente. En el primer piso hay los tres carteles de eBiblio colgados. Y en el piso de #laJefa no hay ninguno y los carteles siguen enrollados dentro del tubo de cartón. 

zzz

Seguramente piensen que hay soluciones simples a esta situación.
(Esto les pasa porque no conocen a #laJefa). 
Vamos a hacer unos supuestos prácticos (los opositores lo agradecerán)

Supuesto A:
Agarro los carteles, subo al piso de #laJefa, llamo a la puerta del despacho y digo:
-¿Dónde colgamos esto?

La respuesta de #laJefa seria: ”No sé. ¿dónde crees tú que deberíamos colgarlos?” Y antes de poder señalar algún lugar, #laJefa me atrapará en su red de dilemas y dudas. Y reclamará mi atención para que la ayude a redactar un e-mail, para decidir qué enciclopedias están obsoletas, me preguntará cómo ubicaría yo todos los estantes de novela para aumentar el préstamo, o me pedirá que llame a la biblioteca de Tal y les pregunte si tienen los mismos problemas con el wifi o esperará que decida de qué color debe ser la tarjeta de felicitación que #laJefa debe comprar para una venerable usuaria de la biblioteca que ni siquiera conozco. Aunque también es probable que me pida que le explique como funciona algo de la Intranet de los jefecitos de biblioteca. Algo que por no conocer, no conozco ni el usuario de acceso.

Sabido es que si vas al despacho de #laJefa con 1 duda saldrás, mínimo 30 minutos más tarde, con la misma duda y un montón de tareas que #laJefa podría -y a menudo debería- hacer ella misma.

Supuesto B:
Agarro los carteles, subo a su piso y los cuelgo donde me parezca un buen sitio.
¿Parece simple no? En todo caso, esto habría que hacerlo sin #laJefa porque si detecta que estoy cerca me atrapará en su red de dilemas y dudas (ver el Supuesto A).
Puedo aprovechar un despiste o una ausencia para colgar los carteles. Eso formaría parte de aquello de “trabajar a escondidas” que a menudo he mencionado. Pero si cuelgo unos carteles en “su” piso tarde o temprano recibiré una llamada urgente preguntando qué son esos carteles, quién los ha colgado y por qué los he colgado donde los ha colgado.

Sabido es que el lugar donde hayas colgado los carteles, sea el que sea, no será el bueno. Nunca es el bueno. Pero #laJefa jamás te dirá cuál es el bueno, porque eso varia en función del humor, el tiempo o la hora del día y #laJefa es la primera en NO saber cuál es el mejor lugar para colgar un cartel. Por eso cuando #laJefa va a colgar un cartel… le asaltan las dudas sobre si el expositor es, o no es, un buen lugar o si el expositor está, o no está, suficientemente en medio del paso para que le gente tropiece y lea los carteles.
Es por ello que cuando #laJefa va a colgar un cartel… nunca lo hace.


Y ahora les voy a hablar de las quejas que ha habido al respecto de los carteles y sobre el eBiblio en general. Porque ¿qué sería de una biblioteca sin gente que venga a quejarse por las cosas más diversas?
· Un señor se quejó que uno de los 3 carteles estaba “en español”.
· Un señor se quejó porque con su teléfono sin Internet no podía acceder a eBiblio.
· Una señora se quejó porque se “bajó” un libro y ahora no sabe cómo “subirlo” de nuevo a la biblioteca de eBiblio (¿no les parece entrañable?) 
· Un niño se quejó porque no podía descargar minecraft desde eBiblio.
· Una señora (que debe 10 libros a una biblio de BCN) se quejó “¿por qué está bloqueado mi carnet en eBiblio si JAMÁS he usado ese servicio?”
· Y una niña se quejó que no tuvieramos dibujos de LadyBug para pintar (no, eso no tiene nada que ver con eBiblio, pero las quejas son así, random).


El pasado viernes a eso de las seis de la tarde (una hora punta en la sala infantil de cualquier biblioteca) recibí una llamada de #laJefa que empezó así:
- ¿Qué has hecho con los carteles?
Ustedes saben a qué carteles se refiere porque llevan dos páginas leyendo sobre ellos pero yo en ese momento, pasadas dos semanas del unboxing, sabía que podía referirse a muchos carteles posibles, incluso podía hablar de carteles imaginarios (no es la primera vez que #laJefa habla de carteles que nadie más que ella ha visto) así que opté para ganar tiempo:
-¿Qué carteles?
-Los del préstamo electrónico digital de la biblioteca virtual -dijo como si fuera un hipster.

Eso me recordó aquella vez que un señor mayor se acercó al mostrador con su teléfono móvil y dijo: “Se han colgado los pluggins”.

Cuando logré descifrar que se refería a los carteles de eBiblio, le dije escuetamente:
-Los volví a guardar y los subi a tu despacho.
-Ya lo sé -sentenció ella.
-...
(Mientras se producía la llamada yo seguía atendiendo préstamos y devoluciones).
- Pero ahora no están.
- Ahá.
- Pensaba que quizás te los habías llevado.
- Pues nop.
- ¿Sabes si alguien se los ha llevado?
- Eer… no.
- Es que no los encuentro.
- Ahá
- ¿Está aquí Tal? -(se refería a la compa1).
- Está ayudando a imprimir a un niño que...
- ¿Sabe ella dónde están los carteles?
- No lo sé.
- ¿Puede subir y buscarlos?
- Ahora mismo no creo que…
- Es que no los encuentro.
- Estarán por ahí, yo los dejé encima de tu mesa cuando…
- ¿Has leído el e-mail que me ha mandado la de recursos humanos?
- ¿Si he leído un e-mail que te han mandado a ti? -pregunté queriendo subrayar lo obvio- La respuesta es no.
- ¿Quieres que te le mande?
- No, gracias.
- Ah. Pues no sé dónde están los carteles. Habría que colgarlos, quizás.
- Cuelgo que tengo que hacer carnets a una familia numerosa.
- Dile a Tal que suba a leer el mail de...
Y colgué.
Las llamadas de #laJefa son como el gag de Martes y Trece

Así que a día de hoy los carteles de eBiblio están "disponibles" en la planta baja y el primer piso de la biblioteca. Pero tienen el estado “En búsqueda” en el segundo piso porque parece que #laJefa los ha perdido dentro de su propio despacho.

Seguiremos informando.


Muchas gracias a todos los que votaron qué relato debía publicarse.

jueves, 8 de febrero de 2018

lunes, 5 de febrero de 2018

La portada de un gran libro

Me han "nominado" a una cosa de esas de cadenas... 
Poner la portada de un gran libro. 
Como me han nominado 6 personas 'entiendo-yo-que' puedo poner 6 portadas (¬_¬  sí, eso ya lo hice con lo de la portada del gran disco... Veo que están ustedes atentos a lo que se cuece aquí).


El túnel - Ernesto Sábato
Leído una vez. De un tirón, casi sin poder dejarlo. Quizás por ello me viene a la mente al pensar en "un gran libro". Apenas recuerdo de qué iba (un pintor asesino o algo así) y miedo me da acercarme y descubrir que ya no me parece tan bueno como lo recuerdo. 

El retrato de Dorian Gray - Oscar Wilde
Lo leí un frío y penoso otoño-invierno en que un trabajo humillante y vulgar me robaba la vida. Al volver a mi madriguera, plantaba el sofá cerca del radiador y huía de mi penosa existencia leyendo. Recuerdo bien la historia (he visto adaptaciones al cine así que está fresca). Un mezcla entre elegancia y sordidez, ese Londres victoriano donde incluso lo atroz podía resultar bello. También recuerdo que los capítulos tenían la longitud precisa, ni cortos ni demasiado largos para leer uno al día. 


Los miserables - Víctor Hugo
He leído la novela, varias adaptaciones totales o parciales de la obra, he visto varias películas basadas en..., una mini serie de televisión, un musical e incluso una película basada en el musical. Siempre tengo fresco el argumento, recuerdo el nombre de muchos personajes e incluso pasajes del texto...
Es un GRAN libro en todo los sentidos. Un libro que contiene otros grandes libros en su interior plagados de grandes personajes, complejos y humanos. Miserablemente humanos. 


Las señoritas de Lourdes - Pep Coll
(Lo leí en català: "Les senyoretes de Lourdes")
Lo que hace grande a mis miopes ojos este libro es la capacidad que tiene de meterte dentro de la historia. El tema del "milagro de Lourdes" y la niña que veía a la Virgen parece material para una recreación de Iker Jimenéz llena de cosas misteriosas y ovnis en los cielos. Pero aquí la historia fluye con naturalidad y sentí conocer el lugar y las gentes aunque nunca he estado allí. Con este libro descubrí a Pep Coll, uno de los grandes escritores catalanes vivos.

Todos los detectives se llaman Flanagan - Andreu Martín y Jaume Ribera
(Lo leí en català: "Tots els detectius es diuen Flanagan")
No sé si es o no es un gran libro, pero de todas las "lecturas obligatorias" ésta fue la única que me gustó. Seguí leyendo la serie (aunque la cosa ya derivó en una de esas franquicias sin gracia que sólo explotan los personajes para atrapar el dinero a los incautos fans). Pero aquí, Flanagan era fresco. Ese teen aspirante a detective de cine negro, que se ve envuelto en problemas serios y chicas guapas... ¡carajo! Yo quería ser ese tipo.

Pobre cabrón - Joe Matt
Este libro es un cómic. Una novela gráfica que dirían los hipsters. Pero es muchas cosas más, es Bukowski & Woody Allen & Seinfeld todo mezclado. Dramático y cómico, angustioso y ridículo. 
Lo leí el día de mi cumpleaños de hace ya muchas vidas y al terminarlo, volví a leerlo de inmediato.


domingo, 4 de febrero de 2018

Estiu 1993

No es lo mismo rodar desde el punto de vista de un personaje que rodar todo el rato al mismo personaje.
Sabes que fuera del encuadre de la cara de la niña están pasando cosas, pero no te las enseñan y se las callan y así va pasando el metraje. Porque el meollo del tema está en la conversación que mantienen cuando están forrando los libros del cole (y el resto es nada).

Ni siquiera la casa de campo / granja / masia rural logra aliviar la sensación de opresión y asfixia que me provoca tener a la cámara pegada a la protagonista. Por momentos, sentí incluso repulsión.

Están los temas de la pérdida y “adopción” desde la óptica del "adoptado". Lo del “príncipe destronado” con la hermana nueva, lo de “tú no eres mi padre”, lo de “la queréis más a ella que a mí”, lo de “me voy a mi verdadera casa”.

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Como apuntó algún crítico profesional, hay vínculos con “Cría cuervos” y “El espíritu de la colmena”. Cierto. Pero esa Ana Torrent creaba un personaje fascinante cuando era inocente con Erice y un personaje fascinante cuando era turbia con Saura. Laia Artigas, no.
Laia Artigas crea una Frida cargante e irritante.
Los abuelos son más irritantes aún. David Verdaguer se me hace insoportable (y eso que sale poco y fuera de encuadre).  
Paula Robles como la pequeña Anna y Bruna Cusí como Marga están bien (aunque yo esperaba que Marga soltase algún grito y algún bofetón a tiempo. Su personaje lo está deseando. Oh, cielos, si lo está deseando...).


Pero en el fondo todo es muy happy flower y ni llega a ser un drama y como no vemos apenas nada más allá de A LA PROTAGONISTA tampoco puedo decir que sea una película costumbrista.
Son los recuerdos “cinematografiados” de la directora. "Basada en (SUS) hechos reales". Pero no hay una narración en la película. Es como si alguien te abre una caja de fotos de su infancia y te las deja mirar mientras se prepara un té.
¿Y éste quién es?
¿Y esto dónde es?
¿Y por qué lloraba aquí y reía allá?
No lo sabemos ni lo sabremos nunca porque tampoco lo quiere contar.
Bueno, pues vale.
Yo me aburrí.

Salen los mosqueperros, eso sí.

D'Artacan y los 3 mosqueperros

Verano 1993 (Estiu 1993; 2017) de Carla Simón